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Desde Karité de Kalité nos regalan este post!

Entrados ya en el último mes del año, las calles y comercios brillan más que el resto del año. Aunque la Navidad sea sólo un día en concreto, la celebración se ha expandido a 45 días (sin contar desde que los supermercados empiezan a vender mantecados). Al menos aquí en España se dan por terminados los festejos después de la noche de los Reyes Magos.

Te guste o no la tradición cristiana, seas más o menos partícipe en las celebraciones navideñas o te inclines más por Santa que por los Reyes, es evidente que los más pequeños de la casa no entienden aún esos términos ni saben de qué va la historia. Es a través de la palabra de los adultos que ellos hacen su interpretación de la Navidad. Por esta razón, es tan importante que le prestemos atención a la forma y al contenido de las historias que les narramos a nuestr@s hij@s.

Hay quienes prefieren seguir la tradición de “la ilusión” y contarles la misma historia que a nosotros nos dijeron, aprovechando además esto de los regalos como premios y castigos frente a su comportamiento. Os suena eso de…”si te portas mal los reyes te traerán carbón” o quizás, “si sacas buenas notas, los reyes te traerán eso que tanto deseas”.

Como dice el refranero español… “¿Qué tiene que ver el tocino con la velocidad?”

Por otro lado, hay quienes les contamos la historia de manera diferente desde que son bien pequeños nombrando los hechos tan cual son, explicándoles el para qué de las luces, de las personas disfrazadas de santa o de reyes, de las reuniones familiares, los regalos, la estación de invierno, etc…

En los colegios también contribuyen, y mucho, a que impere ese ambiente navideño, sobre todo en la etapa infantil. Les mandan hacer dibujos de los Reyes Magos,de un portal de belén o de un árbol de Navidad, cantan y bailan villancicos, decoran las clases con espumillones, y algunas cosas más dependiendo del colegio.

Y yo me pregunto: ¿De qué color pintan a los Reyes Magos de Oriente? En mis recuerdos de infancia, a Melchor y Gaspar los coloreaba del mismo color, el color carne claro, no había otro. Para Baltasar utilizaba el color negro y cuando terminaba, me daba cuenta de que apenas se le veían los ojos, la nariz o la boca.

Ahora es diferente, la cosa cambió y evolucionó hacia los colores piel. En la clase de mi hija, ella y el resto de compañeros disfrutan coloreando a cada rey por su tono de piel y las barbas cada una de su color. Con la profesora, trabajan en clase los orígenes de cada uno, les nombra los países y les explica que todos somos personas a pesar del color de piel que tengamos y seamos del país que seamos.

Las cosas cambian cuando nosotros cambiamos
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Entre todos y todas, podemos dejar atrás la expresión “lápiz de color carne” y darle nueva cabida a otras formas de colorear e integrar así todas las opciones de color piel.

Es la ilusión y el amor de ver crecer a niños y niñas integrando que vivimos en un solo mundo lleno de personas donde nos late un mismo corazón, nos sostienen unos mismos huesos y donde la sangre que nos circula en nuestros interior es de un único color para todos: el color de la vida.

Puedes leer aquí el artículo completo:

Queridos Reyes Magos